Animales anfibios


Los Anfibios:
Los Anfibios son animales vertebrados que se caracterizan porque tienen su piel desnuda, sin escamas y tienen metamorfosis (cuando nacen viven en el agua, respiran por branquias y no tienen patas, sólo una larga cola que les sirve para nadar; cuando son adultos respiran por pulmones y cuatro patas con membrana interdigital y algunos tienen colas). Los anfibios adultos viven en el agua y en la tierra. También respiran por la piel (respiración cutánea), para lo cual es necesario que la piel esté húmeda, lo que conducen con una glándulas que segregan mucus. Se reproducen por huevos (oviparos). Su reproducción es sexual. Se alimentan de otros animales, por lo que son carnivoros. Son la salamandra, las ranas, los sapos y el tritón. Los Anfibios fueron los primeros vertebrados que intentaron sobrevivir en tierra firme. Lo consiguieron sólo en parte: en ella pueden moverse y respirar, pero no se pueden reproducir. Durante un periodo de tiempo, los anfibios alcanzaron un gran desarrollo, tanto en número de especies como en tamaño corporal, pero cuando surgieron los Réptiles quedaron reducidos al humilde grupo que conocemos en la actualidad. La conquista de la tierra no fué fácil. Había que solucionar varios problemas: evitar la desecación de la piel, sostenerse en un medio que no atenua la gravedad y conseguir el oxigeno que está mezclado con otros gases en el aire y no en el agua.






Cuando están dentro del agua, los anfibios adultos respiran a través de la piel, pero hay algunos, como los ajolotes, que además respiran por las branquias.
En cambio, cuando salen a tierra, los anfibios toman aire por medio de sus pulmones y también por la piel.
Aunque les gusta vivir tanto dentro del agua como fuera de ella, su existencia depende más del medio acuático que del terrestre.



Por lo general, las hembras ponen sus
huevecillos en los charcos, los pantanos, los ríos o las lagunas. Pero espérate tantito. En realidad, lo que la hembra pone no son huevos precisamente, sino que se trata de óvulos que ella deposita en el agua, después de que el macho la ha estimulado.

Luego, el macho deposita sus espermatozoides, también en el agua, y éstos nadan y se introducen en los óvulos. Es en este momento cuando la fecundación se produce. Y al cabo de un tiempo, nacen las crías.




En el lenguaje científico, el primer subconjunto se conoce con el nombre de anuros, lo que significa "anfibios sin cola". El segundo se denomia urodelos, que quiere decir "anfibios con cola". Y el tercero se llama ápodos, cuyo significado es "anfibio sin extremidades".


Hay también ranas y sapos que habitan la mayor parte de su tiempo sobre tierra. Éstos tienen dedos fuertes, terminados en punta, con los cuales cavan hoyos que les sirven de guarida. Y además hay otras ranas que no viven ni en el agua ni en la tierra. Sucede que decidieron pasarse la vida en los árboles, como los changos o los papagayos. La forma de sus patas es diferente de la de las demás, pues las puntas de sus dedos son anchas y en forma de ventosa; gracias a ellas pueden subir a los árboles sin el menor riesgo de resbalarse
Otra característica curiosa de los anfibios es que son los únicos vertebrados capaces de vivir en la tierra y en el agua que nacen en estado larvario. Es decir, cuando los pequeños salen del huevecillo, la forma de su cuerpo es diferente de la que tendrán al hacerse adultos. Tienen una cola similar a la de los peces; respiran solamente a través de branquias, pues todavía no poseen pulmones, y además carecen de extremidades. Después, cuando pasa el tiempo y van creciendo, adquieren su forma definitiva.





¿Has oído hablar alguna vez de "animales de sangre fría"?
Pues a los anfibios, y a los peces y los reptiles, se les llama así porque ellos no pueden calentarse por sí mismos como lo hacen los mamíferos y las aves, los cuales producen calor dentro de su cuerpo al quemar parte del alimento que consumen diariamente.



Bueno, de todos ellos, nos resultan más familiares las ranas y los sapos. Tú ya los conoces. Los podemos encontrar, sobre todo, en las épocas de lluvia. Y aunque a veces no los vemos, sí podemos escucharlos, porque los sapos y las ranas tienen voz... ¡Y además cantan! Su canto es utilizado por el macho para llamar a la hembra, y aparearse cuando llega el tiempo de la reproducción. Cada especie canta de manera diferente, ya que si cantasen igual se harían bolas. Podría suceder que una hembra acudiera al llamado de un macho que no fuera de su especie, y éste habría gastado en vano su voz de inspirado cantor.
El apareamiento de los anfibios parece ser más espectacular de lo que se pudiera pensar. Los científicos han sorprendido a ciertas salamandras realizando danzas muy complicadas antes de la fecundación.

También se ha visto, dentro del grupo de las ranas, que los machos pertenecientes a ciertas especies son unos peleoneros. Cuando ven una hembra, todos se la disputan. ¡Y se arman grandes pleitos!

En cuanto al cuidado maternal, existen unas ranas que, en vez de dejar sus huevos fecundados en el agua, los cargan en el lomo, cubriéndolos con una capa gelatinosa. O los esconden en una cavidad que tienen en la boca. De esa manera, impiden que sus huevecillos sean devorados por otros animales, y así sus ranitas nacen a salvo.

Siguiendo con este asunto de las ranas y los sapos, sabrás también que son muy buenos nadadores. Para impulsarse dentro del agua, utilizan sus patas traseras, cuyos dedos están unidos entre sí por membranas. Posiblemente este sistema fue copiado por el hombre cuando inventó las aletas para bucear.
En México también hay salamandras y ajolotes, o sea, esos anfibios que los científicos denominan urodelos porque tienen cola. En realidad no son muy abundantes y se les ve poco, porque parece que son muy huidizos.

La gran mayoría de las salamandras son de tamaño pequeño. Su cuerpo, que es alargado y semicilíndrico, mide unos veinte centímetros con todo y cola. Sólo hay dos especies que alcanzan los dos metros y medio: una en China y otra en Estados Unidos.







En cuanto a los ajolotes, son animales típicamente mexicanos, conocidos ya por nuestros antepasados prehispánicos. Y la verdad, la verdad, el ajolote es uno de los anfibios más extraños. Parece pez y hasta tiene branquias en forma de penacho, a cada lado de la cabeza. Posee cola, con la que se impulsa al nadar. Tiene patitas como los lagartos; y pulmones, como los mamíferos, las aves y los reptiles.



Casi siempre está en el fondo del agua. Pero a veces, cuando se le ocurre ver cómo están las cosas en la superficie, asciende desde abajo como un submarino, e infla sus pulmones para poder permanecer flotando.
Y por fin llegamos a los cecílidos, que son unos anfibios cilíndricos, alargados y sin extremidades, parecidos a las lombrices. Su cuerpo vertebrado apenas llega a los ocho centímetros de largo y su cola es muy corta.
Los cecílidos no habitan en el agua, pero tampoco sobre la tierra.
¿Y entonces, dónde?



Siempre enterrados en los pantanos. Para desplazarse, se encogen y se estiran como acordeón, haciendo uso de la cabeza para abrirse camino. Y como son muy pocos los cecílidos existentes en la actualidad y siempre están ocultos, sus costumbres son poco conocidas. ¡Vete a saber qué harán ahí, debajo de tanto fango!

¿De qué se alimentan los anfibios?



Pues de insectos, principalmente. Sólo que cada quien tiene su propia estrategia. Aquellos que cazan en la tierra, se aproximan con sigilo a su presa, y luego extienden su lengua tentando al insecto.
Y ahí se acabó la historia, pues como la lengua de los anfibios secreta una sustancia pegajosa, los insectos quedan adheridos a ella y de inmediato pasan al estómago del cazador.


Pues los insectos, principalmente. Sólo que cada quien tiene su propia estrategia. Aquellos que cazan en la tierra, se aproximan con sigilo a su presa, y luego extienden su lengua tentando al insecto.
¿Astutos, no?
Como ves, los anfibios no causan daño a los intereses del hombre. No molestan a nadie, y hasta son beneficiosos, pues muchos de ellos se usan para controlar plagas de insectos.





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